a pie de viña para seguir la evolución de los viñedos catalanes hasta la vendimia
¿ Una añada difícil?
La primavera ha traído las ansiadas lluvias por todo el país, primero en el Empordà, la Catalunya Central y en los Pirineos de Lleida, después en el Penedès y finalmente, parece que empieza a llover con regularidad en el Camp de Tarragona, el Priorat y la Terra Alta.
Redacción Barcelona, 22 de junio de 2024
La añada no podía empezar con unas perspectivas más malas y una inquietud generalizada: desde el otoño del 2020, la pluviosidad en el país había ido a la baja y especialmente, 2022 y 23 fueron unos años de una sequía extrema . Si siempre habíamos oído decir que la viña vieja, debido a la profundidad de sus raíces, sufría menos la falta de agua, ahora nos ha tocado ver y vivir la muerte de cepas viejas de 50, 60 o 80 años que se han encontrado con un subsuelo completamente seco después de este ciclo largo y duro sin lluvia. En algunas comarcas, la añada 2023 se quedaron por debajo de los 300 litros en todo el año: unas cifras propias de un clima casi desértico.
Enero y febrero vivieron en el viñedo tres hechos: la poda de supervivencia, el arranque de cepas y abrir pozos quien podía. Dejar la cepa preparada por el peor escenario, con una poda corta donde se buscaba salvar la planta encaminándola a hacer poca producción; arrancar cepas –sobre todo viña vieja- muertos por la sequía y quien podía, abrir pozos que estaban cerrados de hacía años o tratar de hacer otros nuevos.
Priorat, Montsant, Penedès, Les Garrigues, zonas tradicionalmente bien adaptadas a las sequías “normales” de nuestro país y por eso mismo, sin riego de apoyo, han sufrido mucho y ahora con las lluvias de la primavera, ven el futuro con más optimismo. Otros, como la Terra Alta, donde el riego tiene una presencia mayoritaria han encarado la añada con unas perspectivas positivas.
Y en todas ellas, la ausencia de caloradas y unas temperaturas bastante normales han contribuido a que la viña tenga un crecimiento vegetativo bastante bueno y sano. Sólo en algunas zonas de interior como Urgell, Pallars, Noguera y Catalunya central, las heladas tardías han causado daño al momento del final de la brotación. También, la granizada que afectó a Anoia ha sido una nota negativa en una primavera que ha devuelto el optimismo a nuestra viticultura.