Barcelona/Redacción, 28 de febrero de 2024.

Oriol Fàbregas Orpí, (1992), es uno de los jóvenes campesinos, viticultores, hijos y nietos de campesinos y viticultores que han dado el paso de reunir viñedos y bodega en el mismo círculo familiar. Criado como campesino con su padre, Oriol se forma con el Grado Superior de Enología en Espiells y trabajando en diferentes bodegas catalanas.
Con una sonrisa franca me abre la puerta del Celler que levantó al abuelo en el mismo núcleo urbano de Vilafranca. Una bodega que allá por los años 40 del siglo pasado vio crecer los primeros cubos forrados con cairons para vinificar las uvas que después compraban las bodegas grandes de la zona. En 20 años, llegaron a los 25 cubos de distintos tamaños hasta que la dinámica del mercado hizo que no fuera rentable este modelo y lo fuera más vender la uva directamente.
Los cubos y sus cairons quedaron vacíos y dormidos hasta que una nueva generación y un cambio de paradigma como dicen, llevaron a Oriol a entrar parte de su producción en la vendimia 2021. Modernización de la bodega, rehabilitación de algunos de los cubos por hacer de cava natural y visita histórica y el inicio de la producción de sus vinos con su propia partitura. Poco a poco y buena letra, van agrandando la gama de vinos con lo mejor de las parcelas más estimadas por ellos del total de 40 hectáreas que cultivan.

Aquella primera vendimia, comienza con 2 vinos, el Xarel·lo de la viña vieja de la Conillera, 1.800 botellas y el Ancestral de la viña vieja de Can Planes con una producción final de mil y pico botellas. Posteriormente han llegado la Malvasía de Sitges de la viña Muscarola, los Monjos y un vino de fuerte contenido sentimental, un Cabernet sauvignon de un viñedo que plantaron su padre y su abuelo hace más de 30 años. Como él me comenta, esta viña de Cabernet al ser una variedad foránea sufre mucho más con la sequía pero ¡hace una uva de calidad jodidamente buena! Vendimia, maceración unas 2 semanas haciendo remontados, descubado por cata, un par de semanas haciendo la maloláctica en inox y después a barricas de primero y segundo año, (50% americano, 50% francés) unos 14 meses haciendo batonajes periódicos… sospecho que el vino debe ser una delicia pero de momento tendré que imaginarlo porque la producción de unas 800 botellas está agotada!

El proyecto va creciendo y este año espera hacer su primer vino con la Garnacha blanca plantada en el viñedo de la Pelegrina.

EN PRIMERA PERSONA: LA BODEGA
Situado en el núcleo de Vilafranca del Penedès, en la calle Amàlia Soler 132, en una antigua bodega construida por mi abuelo. Es aquí donde había hecho vino dentro de antiguos lagares de cairons que posteriormente venía a raudales a otras bodegas que lo embotellaban, pero en los años 80 con la llegada de las nuevas regulaciones de sanidad, que impedían elaborar directamente dentro de lagares de cairons , tuvo que cesar la actividad y empezar a vender directamente la uva. He ido restaurando y adaptando este espacio, creando mi bodega urbana de microvinificaciones, donde elaboro vinos y espumosos de calidad de los mejores viñedos viejos propios que yo mismo trabajo.

El local consta de 25 lagares caironados de diferentes tamaños, construidos entre los años 40 y 60 del siglo pasado. Actualmente 9 de ellos se han recuperado y han sido transformados en salas de crianza y guarda, abriendo un paso transitable entre ellos y construyendo una escalera para poder acceder fácilmente y poder ser visitables. La planta superior también ha sido adaptada y dotada de moderna instalación y maquinaria enológica. La bodega en su conjunto, por su ubicación urbana, su historia y singularidad arquitectónica, representa un espacio único en su especie.

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CELLER CAIRONS
Carrer d’Amàlia Soler, 132, Baixos
08720 Vilafranca del Penedès, Barcelona